Una noche, metida en su tienda la jovencita trenzaba sus cabellos soñando fragiles fantasías, cual burbujas de jabón. Una tonada de guitarra suena. Ella se asoma. Él sigue tocando con dulzura y pasión juvenil. La ve. Ve al trasluz de las pupilas el resplandor de ardiente alma de mujer, detrás de un tierno rostro de niña. Niña anhelante, ya no más niñez, nace la mujer amante. Suena la guitarra. Iluminan las estrellas, cantan los sapos, refresca la brisa y hace bailar la melena de aquella naciente mujer, que sale de su tienda, y una vez frente a los ojos dulces de su enamorado, se acerca y besa con profundidad y entrega.
Iluminando 
Precioso!
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fue un recuerdo de mi adolecencia.
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Es hermoso!
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